jueves, 6 de junio de 2013

Summer hours

 

Junio comienza. Los días son largos y cálidos. La gente estornuda. Estar en casa carcome.

Hoy fui a ver al acogedor Doré  L’heure d’été  (“Las horas del verano”, 2008) de Olivier Assayas. En principio iba con la idea de que la película seguiría una temática política, ya que un buen tío la confundió con Après mai del mismo director (“Después de mayo”, 2012) y me comentó que aunque el tema de mayo del ‘68 estuviese muy visto que la película era una joyita, y yo, inocente de mi, no cuestioné su palabra y, como siempre, me fui ignorando mi destino próximo.

(Sorpresa la mía cuando vi a Binoche en el papel de hija de Helene ♥)

Binoche

Bien. Además de haberse ganado mi total confianza con la aparición de esta magnífica actriz (predilecta si reitero la palabra que utilicé en uno de los posts anteriores para referirme a ella) la película en sí tiene una trama que circunda entre dos aspectos fundamentales y muy diversos entre sí: un drama familiar, por un lado, y la concepción del objeto como obra de arte y todas sus consecuencias, por otro.

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El drama familiar. Helene es mayor. Presiente, guiada por el cansancio que se aferra a sus venas, que la muerte está acechando su ventana y su mayor obstinación se concentra en el tema de la herencia que quedará a sus hijos cuando ella no esté. Como tema delicado, la muerte no es algo que se saque a la luz todos los días como tema de conversación matutino. No es algo de lo que, durante un desayuno con cualquiera en la terraza, te apetezca hablar. La cercanía de la muerte como tema tabú. Pero si, como en su caso, tus hijos te visitan una vez al año llega un momento en el que hay que o pones las cartas sobre la mesa o te mueres antes.

Helene, además de la casa de Valmandois (un bonito pueblo a pocos kilómetros de París), poseía una curiosa colección de mobiliario y obras de arte del siglo XIX. Todo un fino catálogo para cualquier espectador hambriento de arte. Jarrones y cuadros impresionistas, cuadernos de dibujos de Paul Berthier, muebles de época… Una bonita sucesión de objetos que se quedan plasmados en la memoria. Su deseo, aunque no expuesto de forma directa, es  que sus hijos puedan disfrutar de los bienes como ella pudo hacerlo, dotándoles de alma y recuerdo, pero Helene sabe que los objetos adquieren la carga del pasado y deja constancia de que conoce qué ocurrirá cuando ella muera. Inevitablemente sus tres hijos, tan dispares entre sí, no tendrán los mismos planes de futuro.

Resulta notable como en la película, producida por el Museo de Orsay, se pone en evidencia la transformación de los objetos cotidianos en obras de arte; el movimiento que sucede durante su evolución, el cambio en su ontología; pasando de poseer estos un carácter artístico, a través de la descontextualización y de la aniquilación de la función del mismo.

Cómo el proceso de musealización que, al fin y al cabo, es para masas de espectadores que “tienen derecho al arte, porque es Historia” (conversación entre Frederic y su mujer), aniquila la razón de ser de la cosa.

 

Para mi un jarrón sin flores, no es un jarrón.

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Los hijos de Fréderic ante los dos Corots que pertenecían a la colección familiar

 

<Ha heredado eso de nuestra madre. Siempre se las arregla para no querer estar donde está.

Como si siempre estuviese huyendo de algo.>

 

Hoy suena a un grupo shoegaze acojonante (con muchas reminiscencias de los grandes ochenteros). Os dejos el vídeo que además tiene chicas monas y resulta todo muy hipsteraniego  :__

 

SIYUSUN

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